¿Alcanza con fuerza de voluntad?

El negocio de vender expectativas condenadas al fracaso.

La verdad es así de cruda: ningún país del mundo ha conseguido reducir los índices de sobrepeso y obesidad.

Según OMS, desde 1975 las cifras se han triplicado. Inclusive el aumento de peso se ha producido en contra de una fuerte presión cultural para ser delgado. ¿Cómo podemos contrarrestar esta situación?. Me lo vengo preguntando desde hace tiempo…

Existe una arraigada creencia de que la mayor parte de la responsabilidad recae en el propio sujeto. Si engorda, se debe a que no es capaz de comer menos ni moverse más. Es decir, es cuestión de “fuerza de voluntad”.

Ponemos en tela de juicio su capacidad de sacrificio, su rigor. Incluso podremos calificarlo como glotón y perezoso (un pecador crónico).

Todo parte de la idea de que la solución está en dos acciones: comer menos y moverse más.

Un mensaje repetido desde hace décadas por parte de expertos y población general.

-Que idiotas somos, no nos dimos cuenta antes.

(por las dudas, es irónico)

Los que mas saben de obesidad generalmente no figuran en Tik Tok.

Como vemos, éste es un mensaje inútil, la errónea simplificación de un problema tan complejo. Hay que empezar aceptando que la obesidad es un fenómeno complejo, todavía parcialmente conocido. Hay una perspectiva social, que entiende que esta pandemia no es un problema meramente biológico, sino también económico, cultural, geográfico y hasta climático.

Actividad cerebral

Muchos estudios han analizado la actividad cerebral, sobre todo las áreas relacionadas con el circuito de recompensa: han comprobado que las personas obesas tienen una respuesta neuronal superior a las de delgadas ante las señales de alimentos, generando una motivación de comer muy intensa. Por el contrario, en el momento de comer, la actividad neuronal que refleja la capacidad de disfrutar los alimentos aparece atenuada. Digamos que necesitan comer más cantidad para sentir lo mismo. Las señales biológicas de hambre dominan sobre las señales de saciedad. Lo que evolucionó como una estrategia de supervivencia ahora nos deja vulnerables a un entorno donde la comida es apetecible y está muy comercializada en una sociedad dominada por el estrés, jornadas extenuantes y la soledad.

Somos la primera civilización que come sin compañía de manera rutinaria, rompiendo los vínculos de la comensalidad.

Espero que a estas alturas coincidan conmigo en que solemos tratar la obesidad mirando el final de la ecuación. Y aquí hago una mea culpa, o una crítica constructiva: quizás los profesionales de la salud deberíamos mirar más hacia las herramientas que disponemos y ofrecemos, si son las adecuadas y no tanto hacia las personas que se ponen en nuestras manos. Aceptar la necesidad de cambiar nuestro entorno alimentario es crucial para avanzar hacia posibles soluciones. Esto no es algo que los individuos podamos hacerlos solos. Aunque la fuerza de voluntad puede ser un factor importante en el control del peso, es probable que se necesiten enfoques más amplios, integrados y sobre todo, sostenidos para combatir la obesidad de manera efectiva.

Para reflexionar…

Lic. Solana Novillo

M.P N° 815